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La Far West Race no solo destaca por la intensidad y emoción de cada etapa, sino también por los paisajes que acompañan a los ciclistas durante el recorrido. Montañas, senderos y horizontes abiertos convierten esta prueba en una experiencia visual impresionante. Más allá del esfuerzo físico, los corredores se ven envueltos en un entorno natural que deja sin aliento y que es parte esencial del encanto de esta carrera.